La evidencia disponible muestra que la combinación de tratamiento farmacológico, psicológico y ejercicio físico resulta ser la pauta más eficaz para la mejoría de estos pacientes (Gombliewsky et al., 2010; Häuser, Bernardy, Arnold, Ofenbächer y Schiltenwolf, 2009). Diversos estudios han encontrado que entre los tratamientos más eficaces están el Mindfulness o desarrollo de conciencia plena, que es una aliada de la ACT (terapia de aceptación y compromiso), la meditación y el yoga como una técnica complementaria (Franco, Mañas y Justo, 2010; Parra, Latorre y Montañez, 2012; Nager, Oviedo, Bueno y Mungia, 2014; Torres, 2015).
Meditación y Fibromialgia
La meditación, es un proceso atencional que cambia la actividad hormonal y autonómica y la estructura cerebral, puesto que está vinculada a sistemas implicados en procesos emocionales, de aprendizaje y memoria. Acrecentar la conciencia a través de la meditación permite dirigir la atención de manera específica hacia las sensaciones de dolor. Esta focalización puede ser una forma de control del dolor, asumiendo que el paciente toma la responsabilidad en la gestión de este, porque los pacientes son capaces de centrarse en sus experiencias internas, tanto físicas como psíquicas o emocionales, implicando la percepción consciente que ayuda a la regulación de las emociones, del dolor y de los síntomas de estrés (Nager y cols, 2014; Torres, 2015).
Mindfulness y Fibromialgia
Las técnicas de meditación mindfulness para el desarrollo de la conciencia plena, suponen hoy día en el campo de la psicología, un adecuado recurso terapéutico para paliar, prevenir y contrarrestar muchos de los síntomas manifestados por los pacientes con fibromialgia, diferentes estudios han demostrado que la práctica de mindfulness puede tener efectos beneficiosos sobre la ansiedad, dado su carácter grupal y psicoeducativo. Son varios los estudios que han comprobado una mejora en el dolor, en la calidad de vida, en síntomas somáticos, en ansiedad y en depresión en pacientes con fibromialgia mediante el empleo de este tipo de técnicas (Grossman, Tiefenthaler-Gilmer, Raysz y Kiespes, 2007; Franco y cols, 2010; Delgado y cols, 2012).
El objetivo de las técnicas de mindfulness, es reducir el estrés basado en la atención plena, a través de que los participantes tengan experiencias de conciencia plena, en el sentido de “dejarse llevar” por las sensaciones que perciben en cada momento. Se trata de promover poner como punto las sensaciones y emociones, dejando que ellas actúen de forma natural. Esto posibilita que la experiencia que en ese momento tiene la persona fluya, permitiendo que determinadas actividades (emociones, cambios fisiológicos, etc.) que operan de forma autónoma en el organismo, regulados por el sistema nervioso autónomo, se regulen de acuerdo con sus propios sistemas naturales de autorregulación (Vallejo, 2006; Franco y cols, 2010; Delgado y cols, 2012).
Yoga y Fibromialgia
Existe un gran problema de adherencia a programas de actividad física para personas con fibromialgia. Las limitaciones de los tratamientos convencionales han llevado los pacientes a optar por muchos enfoques alternativos y complementarios. Por lo que investigaciones recientes muestran que un gran número de personas con FM prefieren el uso de terapias como el Yoga (Parra y cols, 2012).
El Yoga es la tecnología que utiliza el conocimiento del funcionamiento de la mente, y el cuerpo, con el objetivo de crear armonía, bienestar, salud, y conexión espiritual. Para conseguir esto, la práctica del Yoga combina ejercicios de respiración (pranayama), posiciones de Yoga (asanas) se utilizan para dominar el cuerpo, en la que se debe mantener la estabilidad y el confort, Bhandas (llaves energéticas del cuerpo), mudras (posiciones de las manos) y meditación (Parra y cols, 2012).
La práctica avanzada de yoga puede llevar a la inhibición de la actividad cerebral en áreas relacionadas al dolor, tales como las áreas corticales somatosensoriales, habiendo relatos de practicantes que alegan no sentir dolor durante la meditación. A largo plazo, modificaciones en la actividad neurovegetativa y en la condición muscular pueden alterar el cuadro de dolor crónico difuso, característico de la FM. La autoconciencia, desarrollada a través del yoga, puede ser también de gran valor en el tratamiento del dolor. Las reducciones en los niveles de ansiedad y depresión pueden influir en los componentes emocionales del dolor (D’ Addio da Silva y Lagio, 2006).
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