Aumentar la Autoeficacia

Aumentar la Autoeficacia

La meta de cualquier tratamiento debe ser mejorar o aumentar la Autoeficacia, es decir, que la persona se sienta cada vez más capaz de manejar el mismo (a) su dolor.

Albert Bandura (1964), psicólogo canadiense, desarrolla el concepto de Autoeficacia en el contexto de la Teoría del Aprendizaje Social (1977), pero a partir de 1986, Bandura pasa a llamar su trabajo Teoría Cognitiva Social para diferenciar su contribución, de los demás autores del Aprendizaje Social.

La autoeficacia, es decir, la creencia en la eficacia para ejercer el control, es central y afecta a cada uno de los procesos básicos del cambio, como, por ejemplo, la motivación, la perseverancia, aspiraciones, compromiso y, la capacidad para recuperarse de los contratiempos y las recaídas.

La autoeficacia percibida se define como los juicios de cada individuo sobre sus capacidades, con base en las cuales organizará y ejecutará sus actos de modo que le permita alcanzar el rendimiento deseado (Gaviria Gómez et al., 2006). Se entiende que considerarse con capacidad para realizar diferentes actividades influye en la utilización de estrategias de afrontamiento y en la respuesta emocional frente al dolor (Vallejo, 2008).

El concepto de autoeficacia no hace referencia a los recursos de que se disponga sino a la opinión que se tenga sobre lo que puede hacer con ellos. La autoeficacia influye directamente en la determinación personal para la acción, implica la certeza de disponer de la eficacia para actuar (A Bandura, O’Leary, Taylor, Gauthier, & Gossard, 1987).

Se presume que los juicios sobre la eficacia pueden llegar a determinar la cantidad de esfuerzo que empleará la persona y su persistencia, cuando se vea enfrentada a obstáculos y a experiencias adversas, como consecuencia de padecer una enfermedad crónica que causa el dolor crónico, que le implica cambios casi radicales en la rutina diaria y debe aprender nuevas conductas para adaptarse a su situación. Los resultados obtenidos de la acción retroalimentan al individuo y fortalecen la percepción de autoeficacia; por ello, la forma de actuar determina en gran parte el resultado que se obtiene (Gaviria Gómez et al., 2006; Vinaccia et al., 2004).

Mientras mayor sea la percepción de autoeficacia, mejor tiende a ser el desempeño del individuo; este éxito puede llevar a sentimientos positivos más generalizados acerca de sí mismo. De esta forma, la autoeficacia interviene en la determinación personal para la acción e influye en la motivación y en la cantidad de esfuerzo empleados por el individuo para afrontar situaciones nuevas en las cuales se presentan obstáculos (Vinaccia et al., 2004).

Algunos estudios han precisado que cuando los pacientes con enfermedades crónicas tienen la creencia de que pueden ejercer cierto control sobre su enfermedad, se adaptan mejor a la misma que aquellos en los que predominan los sentimientos de incontrolabilidad (Albert Bandura, 2004).

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